Consiste en la celebración de 30 Misas consecutivas, y sin interrupción, a beneficio de la misma persona difunta. El origen de esta práctica piadosa esta narrada en los diálogos de San Gregorio Papa. Cuando San Gregorio era Abad de San Andrés en Roma, prohibió la sepultura en tierra santa a un monje porque, aunque había hecho voto de pobreza, había indebidamente conservado tres monedas de oro.
Mientras hizo celebrar 30 Misas consecutivas por el monje en sufragio y sin interrupción. El 30º día el difunto apareció a otro monje de la misma abadía, diciendo: “Hasta ahora había sufrido, ya no más”. Se difundió así la práctica y la convicción que con esas Misas el alma fue liberada del Purgatorio.
La Iglesia ha siempre validado esta práctica piadosa y todavía la recomienda; obviamente no afirma que así se logra la liberación del alma del Purgatorio. Pero siendo tan defendida por la Iglesia, podemos nutrir la viva esperanza de que el Señor en su grande Bondad y Misericordia quiera liberar el alma por la cual se han ofrecido 30 Misas, cada una de las cuales tiene un valor infinito.